viernes, 23 de abril de 2010

"No es posible que permitan este asalto a la modernidad"

UNIVERSIDAD Y CIENCIA

Grupo de Estudio
Universidad de Nariño



La voz de Mario Bunge suena sin quiebres en la línea telefónica. Escuchándolo, nadie diría que se encamina hacia su cumpleaños 91. Desde su despacho en la Universidad McGill, de Montreal, opinó sobre el posgrado en "medicinas complementarias" que avala la Universidad Nacional de Córdoba, UNC, a través de la Facultad de Ciencias Médicas. Esta entrevista se publicó en varias revistas universitarias argentinas.




¿Cómo ve la decisión de la UNC de dictar posgrados en homeopatía, medicina ayurveda, medicina tradicional china y acupuntura?

Creo que la Universidad de Córdoba tendría que ser coherente y a partir de esto revolucionar completamente toda la universidad. No limitarse a esto, sino que debería cambiar la Facultad de Química por la de Alquimia, la Facultad de Psicología por la de Parapsicología. Tendría que eliminar la Facultad de Ciencias o tal vez complementarla con una Facultad de Seudociencias, que incluya también la enseñanza de la magia y el ocultismo y las llamadas ciencias ocultas. Tendría, en una palabra, que proclamar la Contrarreforma y volver a la Edad Media de manera explícita. Eso sería más claro. Ahora, ya no en cuanto a las autoridades de la universidad sino al movimiento estudiantil y de graduados: creo que tendrían que tomar cartas en el asunto. No es posible que permitan este asalto a la modernidad. Tendrían que recordar que uno de los objetivos de la Reforma Universitaria de 1918, que nació precisamente en Córdoba, fue modernizar la universidad. No lo lograron; sólo consiguieron reformar el gobierno de la universidad dando participación a los estudiantes y graduados. Pero, por lo menos, en el Manifiesto Liminar de la Reforma uno de los objetivos fue modernizar la universidad. Tendrían que recordar, después de tantos años, que ese tendría que ser un objetivo permanente de toda la gente progresista: reformar la universidad, no de cuando en cuando, sino de manera constante; ponerla al día con avances en las ciencias, la técnica y las humanidades. Esto que pasa en Córdoba con la incorporación de estas enseñanzas seudocientíficas es un golpe bajo a las aspiraciones de la Ilustración, es como si volviera la Inquisición. Es tratar de arrojar todo lo conquistado desde la Revolución Científica de 1600. Es uno de los peores escándalos que está pasando en la República Argentina. No es nuevo, pero se añade al escándalo ya existente de las facultades de psicología sin psicólogos serios, donde lo que se enseña son los textos sagrados de Sigmund Freud y sus sucesores, en los que no hay experimentación ni contacto con las ciencias, sino psicología habladita, de charlatanes, que no tiene nada que ver con el cerebro.

Usted dice que esto es como si una Facultad de Matemáticas enseñara la cábala...

Exacto, eso es.

...Pero, ¿por qué cree que estas prácticas siguen conquistando seguidores y expandiéndose?

Porque es mucho más fácil macanear que buscar la verdad y ponerla en práctica. Además, es rentable. Una persona sin estudios puede aprender todo ese macaneo en pocos días y no necesita estudiar 20 años. Puede empezar a ganar dinero enseguida. La única motivación es comercial, o por arribismo, no hay motivación intelectual. Esa superstición fue barrida entre 1600 y 1900.

Quienes las sostienen, reclaman base científica, experimental, y dicen que son prácticas milenarias y que en otras universidades extranjeras son carreras de grado

No es cierto. No hay ninguna revista científica seria con artículos publicados sobre homeopatía, por ejemplo. Hace 20 años, la revista Nature publicó un artículo proveniente del laboratorio del doctor Jacques Benveniste, de la Universidad de París, que sostenía que el agua "recordaba" la sustancia que se había diluido en ella al hacer los llamados remedios homeopáticos. La revista envió una delegación a París para tratar de replicar esos experimentos, integrada por el director de la revista, David Maddox; el investigador del Instituto de Salud de Washington, Walter Steward, y el famoso mago norteamericano James Randi. Fueron, replicaron y no encontraron absolutamente nada y luego publicaron su informe en Nature. Pocos años después, Benveniste fue obligado a renunciar a su cargo de profesor y se convirtió en empleado de la industria homeopática, que es muy poderosa porque no hace investigación sino que gasta en agua. Eso son los remedios homeopáticos: agua, nada más. El argumento principal contra la homeopatía es científico y elemental. Esas diluciones enormes llegan a concentraciones de una molécula por kilómetro cúbico. Las chances de que una molécula dé con el órgano afectado son prácticamente nulas. Hacen falta miles de millones de moléculas para que tenga algún efecto sobre el tejido vivo. No existen laboratorios de experimentación homeopática. Lo que hay, en México, es una universidad homeopática que, contrariamente a las universidades, no tiene labor de experimentación, sólo cursos para enseñar esas diluciones y tratar a los pacientes. Pero lo peor no es que eso sea ineficaz; lo peor es que la gente aquejada de enfermedades auténticas, al no ir a la medicina científica se deja estar, tomando agua en lugar de servirse de medicamentos auténticos, y se muere. De modo que no es que la homeopatía sea inefectiva: es inoperante y ofensiva. A una persona con cáncer se le dice que tome té y otras yerbitas. Las autoridades sanitarias tendrían que tomar cartas en el asunto. Se está engañando al público y poniendo en peligro la salud pública, además de retroceder siglos.

En la medicina ayurveda existe una noción holística, basada en el equilibrio de cuerpo, mente y alma. ¿Cómo se incorpora desde una universidad un concepto como alma?

Es una concepción anticuada del alma como ente inmaterial e inmortal. La psicología moderna no acepta esa concepción. La mente son procesos cerebrales. Hace 20 años, en la India subió al poder un partido fundamentalista y uno de sus primeros decretos consistió en introducir en la universidad doctorados en astrología y medicina ayurvédica, las dos juntas, porque la ayurvédica hace uso de la astrología para ver cuáles son los días faustos para tomar medicamentos y cuáles los infaustos. Por fortuna, el gobierno no duró mucho, ya que no sólo fue incompetente sino también corrupto. Fue otra tentativa de borrar la modernidad.

Un argumento de quienes apoyan las pseudociencias es que la medicina alopática tampoco es garantía y no aborda integralmente al paciente

La medicina es científica y se pone a prueba de dos formas. Desde el laboratorio, in vitro, y desde las pruebas clínicas. Cuando en la medicina se aprueba un remedio, hay que decir cómo actúa, cuál es el mecanismo por el cual es eficiente, para que pueda pasar por el examen de la Administración Federal de Drogas en Estados Unidos, y en Canadá, también. Un medicamento debe aprobar dos exámenes: ¿es eficiente? Segundo: ¿es dañino? La prueba de que es eficiente no sólo es mostrar que alcanza la finalidad que se propone, sino mostrar cuál es el mecanismo. Eso no es fácil. Durante un siglo la gente tomó aspirinas para aliviar el dolor sin saber cuál era el mecanismo por el cual eso aliviaba. La medicina entonces era empírica, atrasada.

¿Cómo ve a la Universidad de Córdoba?

Tengo dos imágenes. Una anterior a la fundación del Instituto de Matemática, Astronomía y Física (Imaf) en los años 50 o 60 (N. de la R: fue en 1.956). Era una universidad más bien anquilosada, precientífica. Los físicos solíamos reírnos. Me acuerdo que mi maestro, el doctor Guido Beck, un día le preguntó a un estudiante de ingeniería que venía de Córdoba, hasta dónde llegaron en la enseñanza de la física. “Hasta el imán”, fue la respuesta. No hubo científicos hasta hace 50 años. A partir de entonces cambió enormemente, produjo una cantidad de gente muy valiosa. Recuerdo al doctor Alberto Aguayo, eminencia neurocientífica que actuó en Canadá por 40 años, y a varios otros. Allá enseñaron mis discípulos Andrés Kalnay y Enrique Gaviola, el primer astrofísico que hubo en Argentina. Hubo una reforma en serio por los años 60 y pico, algo así. Pero ahora me doy con este baldazo de agua fría. El que pinta la tradicional universidad cordobesa en su juventud es Ernesto Garzón Valdés, egresado cordobés y profesor en la Universidad de Córdoba, que escapó del país en el 76. En su novela autobiográfica El velo de la ilusión, muestra una universidad cordobesa anquilosada, en los años 40 y 50, en manos de una oligarquía de pocas familias, casi todas de apellidos Garzón y Valdés, que se distribuían las cátedras. Es una pintura muy descorazonadora que muestra el fracaso de la Reforma Universitaria, que fue un triunfo político pero una derrota académica.

¿Cree que este episodio en Córdoba habla de cierto abandono de posiciones de la filosofía de la ciencia, de la disciplina que debería estar señalando estándares de “confiabilidad” del conocimiento?

Sí, seguro. En Argentina no hubo más que tres teóricos de esta filosofía. Teófilo Isnardi, mi profesor de física teórica, y Carlos Prélat, profesor de física química en la Universidad de Buenos Aires, UBA, y en la Universidad Nacional del Sur, que tenían estándares porque sabían de lo que hablaban. Luego vine yo porque era simultáneamente profesor de física teórica y filosofía de la ciencia en la UBA, pero los que me sucedieron proclamaron las virtudes científicas del psicoanálisis (¡ah!), y ahí se terminó todo.

El cientifismo, como aspiración a conocer la realidad a través de la aplicación del método científico, ¿puede devenir en una forma sofisticada de fanatismo o en un dogma?

No, el método científico es la única garantía contra el fanatismo y el dogmatismo. Exige la comprobación empírica y demostración lógica. No se acepta nada que no sea comprobado en principio. Se opone al dogmatismo y fanatismo, por eso es tan criticado desde la derecha y desde la seudoizquierda. Así les resulta más fácil, porque entonces no haría falta estudiar ni acordarse. Es más fácil insultar a la ciencia que estudiarla. Me entristece tanto esto. Menos mal que de vez en cuando hay noticias buenas. Hace dos semanas me invitaron a visitar un instituto de neurología cognitiva en Buenos Aires, dirigido por Facundo Manes. Ese equipo hace psicología científica, experimental y biológica, y publica en revistas internacionales de alto nivel. Es la primera vez que pasa eso en Argentina con la psicología. En Córdoba ahora van a tener que… no sé… En todo caso espero que los estudiantes y graduados cordobeses reaccionen y hagan un movimiento, reuniones, asambleas públicas, huelgas denunciando este ataque a la ciencia, a la razón, a la modernidad.

UNIVERSIDAD Y CIENCIA enviará próximamente otras entrevistas de Mario Bunge acerca de filosofía de la ciencia, pseudociencias y epistemología


¿Quién es Mario Bunge? Se trata de una de las mayores figuras científicas e intelectuales nacidas en Argentina. Es mundialmente respetado como uno de los mayores filósofos de la ciencia, preocupado por la lógica y los problemas del conocimiento científico. Ganó el premio Príncipe de Asturias de Humanidades, es honoris causa de 15 universidades europeas y americanas y recibió cuatro títulos de profesor honorario. Escribió docenas de libros, entre ellos el monumental Tratado de filosofía básica, de ocho tomos escritos entre 1984 y 1989, que lo consagró definitivamente como filósofo y epistemólogo. Se fue de la Argentina en 1963 y desde 1966 es titular de la cátedra Frothingham de Lógica y Metafísica de la Universidad McGill, en Montreal, Canadá. Tiene 90 años, viene seguido al país y nunca rehúye las polémicas sobre temas de actualidad. Su obra y persona han sido motivo de numerosos libros y estudios.


Otras “medicinas”

Ayurveda. Es una vieja práctica de la India. En sánscrito “ayur” significa duración de la vida, y “veda”, conocimiento. No está pensado sólo como una respuesta médica sino como una propuesta que cada persona puede aplicar a su vida diaria. Postula la búsqueda del equilibrio entre cuerpo, mente y alma. Usa remedios de origen natural. Su filosofía se basa en la teoría de los cinco elementos: agua, aire, éter, fuego y tierra.

Homeopatía. Es una práctica muy difundida y conocida en Argentina. Se la considera una medicina alternativa que se caracteriza por no usar medicamentos de laboratorio sino sustancias naturales diluidas en agua. Existe un consenso mayoritario de que no puede ser considerada una práctica con fundamento científico.

Medicina china. Conjunto de prácticas tradicionales originadas en China. Está basada en la idea de la energía vital que recorrería el cuerpo de cada persona, llamada “chi”. De esa energía dependerían la vida espiritual, emocional y física de cada uno. A su vez, el chi es alterado por el el ying y el yang, las energías negativa y positiva respectivamente, que deben permanecer en equilibrio para que la persona no enferme. Entre sus técnicas, están la acupuntura (inserción y manipulación de agujas en el cuerpo), los masajes, las prácticas físicas y las terapias de hierbas.

domingo, 11 de abril de 2010

El discurso europeo actual sobre la educación. Ejemplos de Suecia, Inglaterra y Francia

Universidad de Lund, Suecia


No es una exageración decir que Europa occidental tuvo, durante las dos primeras partes del siglo XX, unas de las mejores escuelas del mundo, que fue la envidia y el modelo de muchos otros países que querían mejorar el nivel educativo de su población. ¿Cómo es posible que nos encontremos ahora, después de medio siglo de paz y crecimiento económico, con una educación en crisis en Europa occidental? ¿Qué sucedió, por qué sucedió y cuáles son los intentos para remediar la situación?

Empezaré con una anécdota para ilustrar el tipo de bachillerato que tuvo Europa occidental hasta alrededor de 1970. En 1971 pasé un mes en Londres para mejorar mi inglés, y conversé una tarde con un joven portugués que pensaba pedir asilo político en Suecia para evitar hacer el servicio militar en África. Eran tiempos salazaristas en Portugal. Entre otras cosas, empezamos a comparar lo que habíamos aprendido en el bachillerato de nuestros países respectivos, comprobando que la rama de humanidades nos había ofrecido casi lo mismo en ambos: un poco de latín y griego antiguo, inglés y francés, historia europea y mundial, geografía, literatura europea y del país en cuestión, algo de filosofía y religión, y, además, clases de música, dibujo y educación física. También conocíamos más o menos los mismos nombres famosos en los diferentes campos. La diferencia entre Portugal bajo una dictadura y la Suecia socialdemócrata consistía sobre todo en el clima de libertad y respeto que reinaba en Suecia. Los dos consideramos que la educación pública en nuestros países nos había ofrecido la posibilidad obtener una buena formación. (1)

Esta formación se basaba más o menos en los siguientes presupuestos: una persona ilustrada necesita una formación general; la meta de la educación es convertir al alumno en persona culta; los conocimientos sirven para orientar al estudiante en el espacio y en el tiempo, dándole a la vez cierto manejo del lenguaje; se espera del alumno esfuerzos por adquirir los conocimientos en cuestión; si no aprende y aprueba, no puede ser promovido al curso superior; si el alumno no acepta las reglas de conducta, tampoco puede permanecer en el colegio o instituto. Se ofrecían diferentes ramas entre las que el estudiante podía optar, pero, una vez elegida la orientación, debía cumplir un plan de estudio específico dentro de cada rama, es decir que el contenido de los estudios se fijaba y controlaba fuera del ámbito inmediato del alumno y del profesor. El ”ethos” de los estudios se basaba en el respeto por los conocimientos y en el esfuerzo para adquirirlos.

Este modelo fue abandonado paso a paso con la introducción de otras metas en el sistema educativo, metas a las que se concedió mayor importancia que a los propios contenidos cognoscitivos. En orden cronológico según su aparición en la mayoría de los países, las nuevas metas eran: 1. la igualdad social 2. la libertad personal del alumno 3. las nuevas tecnologías y 4. la equiparación entre alumnos autóctonos e inmigrados. Este cambio supone un cambio total de ”discurso”. En vez de proponerse a la educación como camino hacia el conocimiento, la cultura y la emancipación intelectual, otro discurso elevó a meta escolar la igualdad, la libertad, la tolerancia y la modernización, a través de un discurso más relacionado con la actitud del individuo que con resultados institucionales comprobables. Dentro de la pedagogía, estas tendencias están íntimamente asociadas a la línea psicopedagógica que coloca la libertad del alumno por sobre toda meta.

La igualdad social. Si por los años 50 la reconstrucción posterior a la segunda guerra mundial absorbió las energías, hacia los años 60 empiezan mejores tiempos económicos y en política hay presión para democratizar la sociedad. A través de la expansión de los sistemas educativos, los países buscan a la vez apoyar el desarrollo económico y ofrecer más oportunidades individuales a sus ciudadanos. Alrededor de 1970, muchos países elevan la edad de la escolarización obligatoria y crean más plazas en los institutos de bachillerato. En todos los países hay dos líneas en el debate público sobre cómo concretar la igualdad democrática en el campo de la educación. La primera es interpretar la igualdad como la misma formación para todos: la escuela comprensiva. La segunda es entender la educación como un sistema de diferentes contenidos curriculares entre los que el alumno puede elegir a gusto, combinando asignaturas con un sistema de becas para evitar inquietudes económicas. Dentro de la opción de la escuela comprensiva, fórmula adoptada en casi todo los países, hay además dos variantes: la que se contenta con ofrecer el mismo programa a todos y la que va más lejos, insistiendo en que el resultado además sea igual para todos.

Los reformadores saben que no todos los alumnos quieren aprender o tienen la misma facilidad para aprender. Intentan resolver este problema introduciendo nuevos programas y nuevos métodos pedagógicos. Los métodos más utilizados han consistido en rebajar las exigencias para que el aprendizaje se vea casi como un placer o un juego. Quitando el marco ”formal” de tareas, exámenes y notas se iba a crear un ambiente ”creativo”, ”informal”, en el cual todos iban a aprender en armonía, estrechándose así los lazos de solidaridad entre alumnos de diferente origen familiar. El campo de la pedagogía recibió mucho dinero en casi todos los países para resolver este problema; sin embargo, aunque se presente como una ciencia, la pedagogía cuenta con poco métodos científicamente comprobados, y no resolvió el problema educativo. Hay más ”discursos” que resultados, y los nuevos métodos que debían lograr esta transformación de la vida escolar no dieron los resultados esperados. En vez de la armonía social crecieron el absentismo, los conflictos y la desesperación de los docentes que optan cada vez más a menudo por abandonar la profesión.

Una explicación al fracaso de los pedagogos mostraría que las formas más extremas del igualitarismo van en contra del ethos de la educación. Un país puede ofrecer buenos programas pero no obligar a los alumnos a aprender. Aprender es un acto personal e individual. Para aprender hay que querer aprender y además tener cierta capacidad y ciertos conocimientos previos. Cuando un país no quiere aceptar eso, aparece la promoción automática o social, es decir que los alumnos pueden seguir ”estudiando” sin haber aprobado los cursos anteriores. Esto es intelectualmente inviable, porque no se puede entender algo más complicado antes de haber entendido lo más simple, y esta frustración del alumno se refleja en su relación con sus compañeros y docentes, la convivencia se hace imposible, lo que origina un círculo vicioso de absentismo, quejas, violencia y conflictos.

Libertad personal del alumno. Alrededor de los años 1970, Europa vive un ”boom” económico sin precedente que ciertos observadores estimaron que podía continuar para siempre. Nace la idea de que es innecesario exigir esfuerzos a los alumnos porque van a poder vivir cómodamente sin eso. El no estar sujeto a reglas y tareas se ve como un derecho, casi como un ”democrático” derecho a disfrutar de la juventud. Obligar a los alumnos a trabajar comienza a verse como una noción anticuada. Las actividades escolares deben hacerse bajo el signo de lo voluntario, del gusto personal. Se exige que desaparezcan los exámenes, que haya más trabajo en equipo y que el profesor se convierta en ”asesor” o ”recurso” en vez de maestro. Esta idea se puede relacionar con la cultura ”hippie” del momento, apoyada por corrientes de pensamiento que ven las reglas sociales como opresivas y quieren ”liberar” a los jóvenes. El eslogan de este pensamiento es ”colocar al alumno en el centro” del proceso educativo. Otra vez, la crítica que cabe formular a este pensamiento es que jamás se había comprobado que esa libertad en la educación formal favoreciera a los alumnos ni que les proporcionara los resultados prometidos.

Las nuevas tecnologías. El rápido desarrollo de la vida económica y la conciencia de la importancia de competir a nivel internacional introducen la idea de que hay que ”cambiar”, de manera indiscriminada, como si lo anterior necesariamente representara el pasado. Este deseo urgente de cambio inmediato está en consonancia con lo anterior porque se piensa que la promoción automática y la libertad del alumno van a poderse combinar con la modernización tecnológica y van a preparar a los jóvenes para un futuro distinto del presente. Por imaginar que el futuro necesariamente va a ser muy distinto del presente, no se da importancia a la comprobación de los resultados ni a la comparación con resultados anteriores. ¿Por qué comparar si nada es realmente comparable? ¿Quién sabe qué conocimientos van a necesitar los jóvenes dentro de treinta años? De este razonamiento nace la idea de que los conocimientos importan menos que saber manejar un ordenador y buscar información. Lo que deben aprender los alumnos son técnicas prácticas. El ethos del esfuerzo, de la autodisciplina, de los conocimientos es declarado anticuado, carente de imaginación y de atrevimiento y, el peor pecado, antijoven y antimoderno.

La equiparación entre alumnos autóctonos e inmigrados. Alrededor de 1970 empiezan a ingresar al sistema escolar hijos de inmigrantes de procedencia extra europea. El origen de estos chicos varía en cada país pero en general se trata de un nuevo tipo de estudiante que no habla el idioma del país receptor, que a menudo practica una religión diferente de la local y, aunque no siempre, a menudo sus antecedentes culturales corresponden a culturas estancadas que ya les había impedido realizarse en sus propios países. Estos nuevos alumnos ingresan al circuito escolar en el momento en que se están implantando las nuevas políticas educativas. Llegan a países que han impuesto una escuela comprensiva basada en la idea de que, por tener la misma edad y residir en el mismo barrio, todos deben estar en las mismas condiciones y por lo tanto podrán aprender juntos, sin considerar la preparación anterior de cada uno. Además, las nuevas pedagogías subrayan la libertad del alumno, la importancia de la autoestima como valor y la aceptación de cualquier costumbre social y cultural en nombre de la tolerancia. La informática se ofrece como vía hacia el futuro en vez de los conocimientos ”escolares”, palabra ahora pronunciada de manera casi despectiva. Los nuevos alumnos llegan a escuelas que vacilan entre ser establecimientos de aprendizaje o de socialización. Con un alumnado más heterogéneo, cada vez los colegios se inclinan más por ser centros de socialización. Se privilegian los proyectos de convivencia y decae el interés por modernizar los métodos para enseñar las matemáticas, por ejemplo.

Por todo lo anterior, nos encontramos, al comienzo del nuevo milenio, con institutos de bachillerato en Europa occidental donde los alumnos manejan conocimientos fragmentarios y a veces sólo elementales, que se rebelan contra toda regla y que no agradecen una escolaridad gratuita sino que al contrario, suelen verla como ejemplo de opresión. En vez de ser una profesión altamente respetada, la docencia cada día se estima menos y los mejores estudiantes eligen otras profesiones menos enseñar. Una manera de explicar lo que ha sucedido es decir que no se ha respetado el ethos de la educación.

Hay ejemplos de estas tendencias en todos los países occidentales pero el peso de cada factor es algo diferente según la situación local. Las reacciones que empiezan a surgir también son diferentes según el país. Aquí se van a mencionar algunos ejemplos de los problemas educativos en los suburbios de París, teniendo en mente que Francia también tiene institutos de excelente calidad que preparan para el ingreso por ejemplo a las ”grandes escuelas”. En cuanto a Inglaterra, mencionaremos la reforma y algunos ejemplos de escuelas específicas. Si los ingleses han vuelto a reformar la educación es porque antes mostraba precisamente los problemas que aquí se discuten a propósito de Francia. Finalmente, de Suecia se van a relatar dos casos ejemplares de la importancia del ethos y de los métodos para explicar los éxitos y los fracasos escolares.


Francia

Desde hace muchos años, el pedagogo más influyente en Francia se llama Philippe Meirieu. Ha publicado muchos libros, ha sido consejero de varios gobiernos y su nombre se asocia a la idea de ver la escuela como lugar de socialización y de expresión más que como institución para aprender. Quiere utilizar el sistema escolar para crear armonía social, como indica el título de uno de sus libros: L´école ou la guerre civile (1997). Francia tiene una escuela comprensiva desde la reforma Haby en 1975, y desde las siguientes, del ministro Savary, diez años más tarde; ha aumentado mucho el número de alumnos en cada nivel. Desde 1989 y la ley de ”orientación” de Jospin, el lema ha sido ”colocar al alumno en el centro” y exigir que el aprendizaje sea divertido. El discurso oficial hasta ahora ha sido psicopedagógico.

Ahora mismo se publican en Francia numerosos libros de reflexión sobre la educación. No pocos franceses consideran que es un escándalo que su país, una vez símbolo de la cultura occidental, tenga ahora serios problemas en ese rubro. Muchos de los autores de los libros de reflexión son docentes que denuncian el ”chantaje moral” al que les han expuesto autores como Meirieu. Treinta años después del inicio de las reformas, los docentes se atreven a decir que la teoría no corresponde a la realidad, que el discurso pedagógico al que han sido sometidos carece de referentes en el mundo real. Critican por ejemplo los cambios de nombre de diferentes ramas, programas, asignaturas y métodos. El cambio de nombre ayuda a ocultar el verdadero descenso de conocimientos que ha habido, y se disimula diciendo que ahora estudian “otras” carreras y aprenden “otras” cosas.

Dos testimonios de la vida diaria escolar son especialmente ilustrativos, y los dos proceden de profesores jóvenes que han publicado el diario de su primer año como docentes en los suburbios de París. Revol escribe en Sale prof! (1999), que sus estudiantes de formación profesional no entienden instrucciones escritas y no tienen conocimiento previo alguno. Su único lenguaje es la jerga juvenil. Vienen a clase cuando les apetece, dan explicaciones fantasiosas y repiten absurdos aunque el profesor les haga ver la imposibilidad de sostener lo que dicen. Una respuesta típica cuando se les corrige por algo es decir que ”fue una broma”.  No aceptan ningún tipo de responsabilidad por su trabajo escolar. Dicen no tener dinero para comprar un cuaderno pero visten ropa de marca y tienen el último modelo de teléfono móvil. Son chicos de dieciocho años, incapaces de concentrarse más de una hora, que por cualquier ruido se distraen e interrumpen su actividad. Su autoestima es tan baja que a veces interpretan una simple instrucción como un ataque personal insufrible. Viven en el presente en el sentido de que consideran sin importancia todas las referencias a lo que se ha dicho o hecho anteriormente, a la vez que son incapaces de hacer planes para el futuro. No se orientan en el mundo por el pensamiento sino por el sentimiento. Durante una excursión, el profesor se sorprende de que constantemente quieran comer o ir al lavabo. En otras palabras, su desarrollo físico, social y psíquico es semejante al de un niño preescolar mientras sus cuerpos ya poseen la fuerza física del adulto. Las palabras que tienen constantemente en la boca son sus ”derechos” y el ”respeto” que exigen, lo cual suena hueco porque ellos mismos no respetan para empezar el derecho a la educación de sus propios compañeros.

Después de haber trabajado medio año, Revol es atacado por un alumno en el aula delante de la clase. Un alumno casi lo asfixia con las manos, pero otro dos logran sujetar al agresor finalmente. A su vez, esta experiencia lleva a Revol a otros descubrimientos. El primero es que los alumnos no están preparados a dar testimonio de lo que han visto. El segundo es que la directora no apoya al profesor que quiere denunciar lo ocurrido porque quiere que no trascienda. El tercero: en uno de los interrogatorios en la comisaría, el profesor oye cómo algunas de las preguntas que se hacen al chico invitan a echarle la culpa al profesor. El cuarto es que, ya en el tribunal, se permite que algunos de los compañeros del chico acusado hagan ruido e insulten a los policías y a la jueza, antes de que se les obligue a dejar la sala. El quinto es que, esperando en la sala del tribunal a que empiece su propio caso, Revol reconoce en la boca de los acusados dos tácticas que le son familiares: el negar cualquier responsabilidad por los propios actos y dar explicaciones obviamente inventadas.

Monot utiliza un tono menos contundente en su Journal d´un prof de banlieue (2000) libro en el que describe su primer año en un colegio. Enseña a chicos de unos quince y dieciséis años; comenta su enorme soledad en el aula; lo duro que que es que los alumnos vean toda amabilidad como debilidad, y lo humillante que por ello le mientan sin el menor reparo. Le hiere el que los alumnos lo traten como a un opresor cuando él está esforzándose para ofrecerles un buen programa, adaptado a sus necesidades. Semejante a lo expresado por Revol, describe cómo los alumnos aplicados no se atreven a trabajar en el aula para no recibir burlas de sus compañeros y cómo los padres de los alumnos se desesperan porque sus hijos no les hacen caso. Y como Revol, describe profesores atacados físicamente por los alumnos y cómo los demás alumnos pretenden no haber visto nada.

¿Tendrá razón Meirieu, en cuanto a que estos estudiantes necesitan ser socializados en primer lugar? No, estos ejemplos muestran otra cosa: una escuela que no reacciona y que abandona a sus alumnos. En los casos descritos, la escuela no ha sabido compensar el mal comienzo de los chicos, por lo que su inicial falta de madurez se prolonga en un estilo de vida que la escuela no sabe remediar. La escuela acepta que los más inmaduros den el tono, con lo cual todos los chicos quedan bajo la influencia del más fuerte y a menudo el más inmaduro. Los alumnos están siendo socializados –pero desde una conducta antisocial. ¿Qué calidad o conocimiento podrán mostrar como antecedente estos jóvenes al solicitar un trabajo?

Otro argumento del mismo tenor aparece en Violences Urbanines, escrito por Bui Trong (2000). Bui Trong ha revisado estadísticas sobre actos de violencia en diferentes regiones francesas y su conclusión es que la violencia escolar no es más que parte en una conducta antisocial más extendida que también va contra conserjes, tenderos, chóferes de autobús y policías. Hay territorios controlados por grupos mafiosos que no admiten más código que el suyo. Desde el punto de vista de la educación, lo interesante de Bui Trong es que dice a las claras que esas conductas inadaptadas no constituyen ninguna necesidad de ”expresarse” o de ”vivir su juventud en libertad” sino pasos hacia la descomposición social, hacia la negativa de aceptar cualquier tipo de autoridad social. Esta negativa se dirige contra todos los que representen autoridad dentro de la sociedad, particularmente si llevan uniformes, de ahí que aceptar el comportamiento de un joven inadaptado no signifique ”ser bueno” o ”tolerante”.

Desde hace algún año, el ministro de educación en Francia es Luc Ferry, catedrático y filósofo. Ha anunciado en Lettre ouverte à tous ceux qui aiment l´école (2003) que quiere dar prioridad a la lectoescritura. Ferry constata que no todos los nuevos métodos han dado el resultado que se esperaba y que ahora hay que identificar los métodos que funcionen. Desea imponer un número de horas obligatorias de lectoescritura en todos los colegios y la obligatoriedad de leer unos diez libros como mínimo cada año, libros adaptados al nivel de madurez de los alumnos. Ferry dice también que es un verdadero escándalo que alrededor de 158 000 jóvenes franceses dejen cada año la escolaridad obligatoria sin haber obtenido certificado, y que por eso quiere introducir más programas para que cada joven pueda opciones acordes a su gusto y capacidad. Va a aumentar las posibilidades de colocar a alumnos difíciles en grupos especiales para proteger la tranquilidad de los otros que quieren trabajar. Durante 2002 fueron denunciados 81000 casos de violencia que hubieran llegado a los tribunales de haber involucrado a adultos. Casi todos los casos corresponden a un diez por ciento de los colegios, pero el ministro está decidido a no tolerar más esa situación. Lo que no se sabe es si su peso político es suficiente para concretar las reformas que propone.


Modelo inglés

Inglaterra fue uno de los primeros países en introduir la escuela comprensiva después de la segunda guerra mundial. La meta de esta ingeniería social apuntaba a que todos los alumnos estudiasen juntos y tuviesen éxito, pero empezó a declinar el rendimiento escolar y aumentaron los problemas de indisciplina. Los sindicatos de docentes no quisieron aceptar un control de los resultados sino que prefirieron hablar de la libertad de cátedra. Por eso, seguían constituyendo alternativas atractivas para muchos padres la educación selectiva, el ”grammar school”, y la privada.

Sin embargo, la situación está cambiando. El gobierno conservador de Margareth Thatcher empezó a cambiar el panorama de la educación inglesa con una reforma en 1988, y el gobierno laborista de Tony Blair ha acelerado el proceso de forma notable. Los cambios favorecen especialmente a los hijos de inmigrantes. El primer paso fue establecer un ”national curriculum” para toda Inglaterra, haciendo oídos sordos a las protestas de los docentes.(2) Se estableció un servicio de inspecciones, el Ofstead, que visita colegios durante una semana cada seis años, entregando después su evaluación y unas recomendaciones escritas, es decir que tanto los docentes como los directores de establecimientos saben que tienen que rendir cuentas del progreso de sus alumnos. Otra característica del cambio es la publicación de los logros personales con la finalidad de estimular su mejora e interesar a los padres por la calidad de la enseñanza. Se ha introducido la obligación de registrar las faltas de asistencia de los alumnos, sus notas al entrar a la secundaria, sus notas al salir de ella, y un largo etcétera. La palabra omnipresente es ”accountability”, lo que quiere decir que la escuela tiene que rendir cuentas y asumir la responsabilidad por cada aspecto de su actividad.

En 1987 entró en escena el Technology Colleges Trust, que apoya la renovación de los colegios de educación secundaria con dinero y un equipo de consejeros, todo esto en colaboración con el gobierno. Una escuela que quiere acceder a la categoría de ”Specialist School” tiene que elaborar un plan de desarrollo bien estructurado. Si recibe apoyo económico, tiene cuatro años para mostrar que se han logrado cambios sustanciales. Hay muchas variantes de régimen para los colegios y pueden llegar a la meta por diferentes caminos, pero las metas son claras. Un número elevado de estas escuelas innovadoras se crearon en zonas urbanas difíciles, con la meta expresa de ayudar a jóvenes de familias inmigradas. La verdadera evaluación consiste en el examen al que deben presentarse los alumnos a la edad de quince o dieciséis años. En la educación inglesa, el alumno puede elegir una parte de las asignaturas que quiere estudiar a partir de los catorce años y también sobre cuántas asignaturas rendirá cuenta en el examen. Por eso, una escuela exitosa es una escuela en la que muchos alumnos toman muchas asignaturas y reciben notas altas (Jesson 2002).

Unos ejemplos del éxito de esta estrategia: el Tomas Telford School, una escuela pública en una zona económicamente deprimida cerca del País de Gales, ha logrado un cien por cien de alumnos aprobados y eso sin ser una escuela de admisión selectiva. Para que los profesores puedan concentrar sus esfuerzos en la enseñanza, cuentan con asistentes para las tareas administrativas. Se da importancia al trabajo en laboratorios y a la informática. Los padres reciben información sobre el progreso de sus hijos diez veces al año. Las solicitudes para obtener una plaza son muchas y los profesores forman cola para trabajar allí.

En otra escuela en zona difícil, el año escolar se divide en cinco semestres anuales para que los alumnos no pasen mucho tiempo sin contacto con la escuela. Muchos de ellos apenas tienen apoyo familiar y la escuela llega a ser el centro de su universo privado también. Hay un programa que se llama ”coaching for success” en el cual ciertos adultos del área hacen de mentores individuales de los chicos en dificultad para mostrarles el ”buen camino”. Otro colegio utiliza ”tarjetas inteligentes” para registrar la asistencia y un programa automatizado manda información al tutor y a los padres si el alumno falta a clase.

Otro colegio que logra un éxito educativo para hijos de inmigrantes es el St Marylebone School en Londres. Es una escuela sólo para chicas patrocinada por la Iglesia Anglicana. Este colegio se ha vuelto el gran favorito de muchos padres hindúes, paquistaníes y bangladesíes. Además hay jóvenes chinas, africanas y también inglesas. La escuela se especializa en arte, y todas deben aprender a tocar un instrumento. Hay representaciones teatrales y clases de plástica. En las fotos del catálogo del colegio se ve a las chicas haciendo gimnasia en t-shirt con pantalones de chándal. El colegio manda información continuamente a los padres sobre el progreso de la hija, sobre los planes para mejorar la enseñanza, la participación de las alumnas en diferentes actividades y también sobre las finanzas del colegio. La información para las alumnas entrantes, o mejor dicho para sus padres, incluye estadísticas sobre los resultados logrados por las que ya han terminado sus estudios, y hasta especifican cómo les ha ido a chicas de diferente origen étnico. El éxito es casi del cien por cien para todos los grupos. Se incluye también una lista de los ”destinos” de las egresadas. Casi todas han sido admitidas en diferentes universidades, alguna está trabajando y unas pocas van a tomar un año libre, a ”gap year”.

Después de unos quince años ha cambiado el discurso sobre la educación en Inglaterra. Ningún profesor se desentiende de su responsabilidad por los resultados de sus alumnos. Ahora el discurso educativo se enfoca hacia los resultados y los éxitos en vez de pedir “comprensión” para los alumnos en dificultad. Es interesante comparar Inglaterra con Francia cuando se trata de este tema porque durante largo tiempo Francia tuvo mucho éxito con su escuela pública precisamente en la integración de inmigrantes. La receta era entonces trato igual para todo y exigir un rendimiento a todos los alumnos. Sin embargo, últimamente los nuevos métodos pedagógicos han impedido que Francia logre mantener la calidad de la educación en los barrios periféricos de las grandes ciudades, alejándose así de su propia tradición de calidad e igualdad. En las circunstancias educativas actuales, los ingleses han sido más rápidos en reaccionar que los franceses.


Suecia

Suecia es un país en el que las nuevas tendencias del mundo pedagógico han tenido enorme repercusión. Según la nueva psicopedagogía, las reglas de comportamiento y el control de la adquisición de conocimientos son ejercicios de autoritarismo. Los alumnos deben evaluarse a sí mismos, tanto en cuanto a su conducta como en cuanto a su rendimiento escolar. Esto ha minado lentamente la posibilidad de mantener un ambiente de concentración y estudio en el aula (Enkvist 2000). Si a esta nueva situación añadimos grupos de alumnos que no hablan el idioma y que vienen de familias desarraigadas a menudo sin una actitud positiva hacia el país al cual han llegado a parar un poco al azar, tenemos una situación difícil.

Vamos a pasar revista al trasfondo general de dos experiencias pedagógicas interesantes por ser lo más cercano que se puede llegar a precisiones de laboratorio en el campo de la pedagogía. Es difícil obtener en otras partes circunstancias tan extremas, tan ”puras”, como las que se van a comentar aquí. En el primer ejemplo se trata de una escuela en el norte de Suecia que aplicó durante cierto tiempo métodos ultramodernos, y en el segundo, de un barrio de inmigrantes en las afueras de Estocolmo donde un grupo de alumnos y docentes trabajaron con métodos más tradicionales.


El proyecto de Farila
En un colegio de 350 alumnos en una provincia muy despoblada al norte de Suecia, se obtuvo, además del presupuesto normal, dinero de un proyecto para la vida laboral del futuro, otro fondo para implantar nuevas tecnologías y un subsidio del fondo europeo para las regiones poco pobladas. Con ese dinero, se hicieron reformas en el edificio escolar, creando una impresión de ”apertura”. Ya no hay aulas sino ”espacios abiertos”. Se dio a todos los alumnos y profesores un ordenador portátil, y los estudiantes debían trabajar de manera individual sin asistir a clases tradicionales. En cada asignatura, el trabajo se dividió en temas, y dentro de cada tema el alumno podía elegir su propio enfoque. Durante las horas dedicadas al tema, el alumno buscaba información y finalmente redactaba un informe que se entregaba al profesor. Esta experiencia atrajo al comienzo la atención pública, pero últimamente se habla poco de ella, y la explicación puede vincularse a la evaluación elaborada por un investigador de la Universidad de Linkoping (Naeslund 2001). Naeslund se concentra especialmente en los alumnos de dieciséis años que habían estudiado por lo menos tres años según la fórmula moderna propuesta por la escuela. Para hacer la evaluación, Naeslund se basa en observaciones personales, entrevistas alumnos y profesores, en un estudio de los documentos producidos por los alumnos y en los resultados de la única prueba obligatoria para los alumnos suecos: la prueba de lengua, matemáticas e inglés a la edad de dieciséis años.

Naeslund nota primero que los trabajos entregados al profesor tienen un carácter inconcluyente, característico de los proyectos de ”búsqueda de información”. Cree que la calidad hubiera sido más elevada si los alumnos hubieran tenido clases con un profesor. También nota el carácter superficial y fragmentario de los conocimientos adquiridos durante el año lectivo. Un chico había estudiado durante su último año escolar: la economía de Japón, el hinduismo, la desertificación en África, un escritor sueco del siglo XIX y la Vespa. Nota Naeslund que estos temas no le permiten conversar con los compañeros que han estudiado otros temas; tampoco forman un lazo entre generaciones porque sus padres y abuelos estudiaron cosas distintas; no forman una base sólida para otros estudios, y finalmente, tampoco constituyen una aceptable plataforma para su vida adulta. A propósito de la meta de preparar a los alumnos para ser ciudadanos, estos alumnos tampoco se entrenan en hablar delante de grupos o participar en debates estructurados pues no asisten a clases sino que trabajan de manera individual.

El método de trabajo favorece menos justamente a los estudiantes más flojos: Naeslund vio a muchos de ellos con los brazos cruzados delante de la pantalla. No tenían energía ni interés por buscar información. Muchas veces no entendían lo que leían en la enciclopedia y tampoco entendían la pantalla. En la prueba obligatoria de lengua, este colegio obtuvo resultados sorprendentemente bajos. Casi la mitad de los alumnos suspendieron la prueba de comprensión lectora cuando lo habitual es que lo haga quizá un cinco por ciento. Esto quiere decir que en este proyecto, probablemente el más caro jamás emprendido en Suecia, no sólo no recibieron apoyo los alumnos flojos sino que bajó el rendimiento de alumnos que normalmente hubieran logrado mejores resultados.

Los profesores comentan que se sienten estresados porque aunque sólo hay entre doce y quince alumnos por ”grupo”, todos están trabajando temas diferentes y exigiendo ayuda personalizada. Además, los alumnos rápidamente adquieren la costumbre de pensar que es el profesor y no ellos el que tiene que resolver un problema. Sobre todo los alumnos menos capaces pasan mucho tiempo esperando a que venga el profesor a explicarles personalmente lo que no entienden. En vez de fomentar la independencia, dicen los profesores, el método contribyue a crear un ambiente de ”señoritos” que esperan que los ”sirvientes” vengan a facilitarles la vida.

En resumen, si un experimento como éste no da mejores resultados, hay que buscar el error en los métodos aplicados y no en los alumnos y tampoco en la financiación. Se puede concluir sin temor a exagerar que esta pedagogía es social y económicamente irresponsable.


El proyecto de Rinkeby
Una de las experiencias más positivas realizadas en Suecia fue un proyecto para fomentar la lectura en un grupo de veinticuatro niños pertenecientes todos a familias de refugiados de doce nacionalidades diferentes. Se llevó a cabo en Rinkeby, un barrio en las afueras de Estocolmo que casi alberga únicamente a refugiados. Las heroínas de la historia son dos maestras suecas de unos sesenta años y una bibliotecaria de unos cuarenta, también sueca. Casi sin apoyo oficial y como parte de su trabajo normal, lograron que su grupo experimental, después de estar en el programa cuatro años, superara en lengua y matemáticas al promedio no sólo de otros grupos compuestos por niños de otras lenguas maternas sino también al promedio de los grupos integrados por chicos suecos.

Las maestras empezaron a trabajar con el grupo cuando estaban en su año preescolar, a los seis años, en 1994. Durante el año preescolar les leyeron cuentos, los acostumbraron a estar en aulas rebosantes de libros atractivos; animaron a los chicos a contar sus experiencias y escribieron estas pequeñas historias en grandes blocs de papel, releyéndolas una y otra vez. Alumnos más avanzados vinieron a visitar a los niños de ese grupo experimental. Durante el año, paso a paso, las maestras fueron atrayendo la atención de los chicos hacia las letras y las palabras completas y así muchos de ellos lograron aprender a leer ya en ese año que era de ”preparación a la lectura”.

En el primer año escolar, los alumnos estudiaron las letras una a una y aprendieron a escribirlas correctamente. Cada día leían: en voz baja, en voz alta y de dos en dos. Se contaban historias, dibujaban ilustraciones y realizaban improvisaciones basándose en escenas de los libros. Al segundo año uno de los temas elegidos fue Alfons Aberg, el protagonista de unos libros muy populares de una autora sueca. Los niños leyeron, discutieron, escribieron resúmenes, se disfrazaron como los personajes de los cuentos y representaron escenas para los padres y otros niños del grupo preescolar, y finalmente vino a visitarlos la autora, Gunilla Bergstrom, en persona. Otro tema del segundo año se basaba en un libro para niños sobre veinticuatro reinas y reyes suecos. Ya que había precisamente veinticuatro niños en el grupo, cada niño pudo tener su propio rey. Leyeron la presentación de ”su” rey o reina en el libro y después buscaron más datos y finalmente representaron la historia de los reyes de Suecia, vistiendo todos una corona de papel dorado y una capa elegante, exclamando por ejemplo ”Yo soy Gustavo III y vivo en el palacio de Estocolmo”. Hicieron varias representaciones ante los padres y otros alumnos. Visitaron el palacio real para ver como vivían los reyes y un museo folclórico para conocer como vivían los pobres.

Un tema del tercer año fue Astrid Lindgren, autora sueca de literatura infantil inmensamente querida y respetada por todos los suecos. Sus libros son más largos y complicados pero los alumnos trabajaron sobre ellos y hasta pudieron visitar dos parques temáticos sobre el mundo de Astrid Lindgren y los lugares en los que habían sido rodadas algunas de las películas basadas en sus obras. Además, los alumnos tuvieron acceso a actividades, sociales y académicas, preparadas para reforzar la lectura. Los niños del grupo experimental amaban tanto al colegio que bastantes de ellos solían llegar hasta una hora antes del comienzo de clase. En un vídeo que se ha hecho del proyecto, varios niños dicen que les gustaría llegar a ser escritores. En el tercer año, muchos de ellos llevaban leídos entre 400 y 500 libros.

La colaboración con la biblioteca municipal hizo que la biblioteca dejara ”en consigna” lotes de unos 400 libros para el aula, libros de cuentos o que trataban de plantas y animales. Casi siempre existían unos cinco ejemplares del mismo libro pues varios chicos solían encapricharse con el mismo título a la vez. También colaboraron con el grupo ”Los hijos de Abraham” para aumentar la tolerancia religiosa entre los alumnos. Algunos de estos chicos procedían de áreas con fuerte tensiones religiosas y reclaman en voz alta respeto por su propia religión sin estar preparados a tolerar la religión de otros alumnos.

Todo esto se realizó en sueco. Las maestras tuvieron cuidado en hablar lentamente y articular bien y, además, confeccionaron muchas imágenes para ilustrar visualmente las explicaciones. Una de las maestras resume los logros del proyecto diciendo que los libros y experiencias del aula han brindado a los alumnos una base cultural para la convivencia. Antes del proyecto, los chicos no tenían casi nada en común, ni lengua ni contenidos culturales. Ahora han visto ejemplos de cómo resolver conflictos y de cómo colaborar y apenas hay tensiones entre ellos en un ambiente que suele ser conflictivo. Entre los alumnos no se presentaron problemas de conducta ni tampoco dificultades de aprendizaje o dislexia. No necesitaron la intervención de especialistas ”de apoyo”. Se sabe que los niños que empiezan a leer temprano suelen convertirse en buenos lectores, y por eso el comienzo de estos alumnos es prometedor. Para resumir, los logros incluyen el éxito escolar, la identificación positiva con la escuela sueca y con las maestras, una socialización y un desarrollo psicosocial excelente (Alleklev-Lindvall 2000).

Sin embargo, la línea oficial de la educación en Suecia no toma en cuenta esta experiencia. Estas maestras pertenecen a la antigua escuela de maestras que se concentraba particularmente en la adquisición de la lectoescritura durante los primeros años. La formación de las nuevas maestras está actualmente en manos de tendencias psicopedagógicas que privilegian la ”comprensión” de los problemas de los alumnos antes que su progreso intelectual. El éxito del proyecto de Rinkeby cuestiona el modelo oficial, muy caro por cierto, con maestras de educación especial, psicólogos y un énfasis en la cultura de los padres del alumno. El proyecto Rinkeby sugiere que lo esencial es la buena preparación de las maestras y el trabajo intensivo con los niños.


Conclusión

Con la finalidad de democratizar y modernizar sus sistemas de enseñanza, Europa occidental empezó a cambiar la educación pública alrededor de 1970. En todos los países ha aumentado enormemente el número de alumnos matriculados pero cada vez hay más quejas sobre la calidad de la educación. El problema es que los políticos no han tomado en cuenta que la educación tiene su propio ethos y que no se puede “dar” una educación a alumnos que no quieren recibirla y educarse.

En la nueva situación, Inglaterra es la nación que ha resuelto con más acierto su problema escolar y constituye el ejemplo más interesante de país que intenta masivamente mejorar su educación pública después de un tiempo de descenso en la calidad. En Francia, el problema es reconocido pero todavía no ha habido cambios decisivos. En Suecia, a pesar de experiencias pedagógicas muy concluyentes, las autoridades siguen sin reaccionar adecuadamente y por lo mismo no han dado respuesta al deterioro educativo.

La conclusión de las experiencas mencionadas aquí es que el éxito escolar de los chicos, inmigrantes o no, se basa en los mismos elementos en todos los países: una enseñanza de buena calidad intelectual llevada a cabo por docentes inteligentes y dedicados a su oficio dentro del marco de un sistema escolar con metas claras y un seguimiento constante de los resultados.

Una reflexión final lleva a considerar que, por todos estos cambios, quizá haya menos jóvenes europeos que hoy consigan obtener una formación como la que ofrecía la escuela pública hace treinta años. Se habla mucho en la Unión Europea de la convalidación de exámenes y de la transferencia de los créditos universitarios, a la vez que está disminuyendo en muchos países el peso que se da a la enseñanza de la historia, la geografía, la literatura y las lenguas europeas para que el estudio sea supuestamente más fácil y divertido. En vez de hablar tanto de convalidación, sería favorable para la unión europea, con minúscula, tener una educación pública de calidad, y para lograr eso, es necesario que el discurso sobre la educación vuelva a tomar en cuenta el ethos específico de la educación.


Bibliografía

Alleklev, Birgitta – Lindvall, Lisbeth. (2000) Listiga raven. Lasinlarning genom

skonlitteratur. En lasproprojekt i Kvarnbyskolan, Rinkeby, i samarbete med Rinkeby

bibliotek. Estocolmo, En bok för alla.

Bui Trong, Lucienne.(2000) Violences urbaines. París: Bayard.

Enkvist, Inger. (2000) La educación en peligro. Mardid: Unisión.

Ferry, Luc. (2003) Lettre à tous ceux qui aiment l´école. París: Odile Jacob.

Jesson, David. (2001) Educational Outcome and Value Added Analysis of Specialist Schools

for the Year 2000. Technology Colleges Trust, Londres.

Meirieu, Philippe – Guiraud, Marc. (1997) L´école ou la guerre civile. París: Plon.

Mondot, Jean-Franςois. (2000) Journal d´un prof de banlieue. París: Flammarion.

Naeslund, Lars. (2001) Att organisera pedagogisk frihet. Linköpings Universitet.

Revol, Nicolas. (1999) Sale prof! París: Rixot.

St Marylebone School. 2000-2001.

Technology Colleges Trust 2001. www.tctrust.org.uk.

Thomas Telford School. 2001.

viernes, 9 de abril de 2010

EN LOS 200 AÑOS DEL SABIO MUTIS (BREVE MIRADA A UN PIONERO DE LA CIENCIA EN COLOMBIA)

Por: Gabriel Fonnegra


Cuando España arribó a estas tierras sus naos traían, además de la espada y la cruz, las formas más atrasadas de organización social del continente europeo. Mientras en Holanda, Francia, Alemania e Inglaterra se gestaba una nueva sociedad, las gentes en Iberia iban a contracorriente de la historia. La neblina del Medioevo era el telón de fondo del diario vivir en la Nueva Granada. Pero un gaditano, José Celestino Mutis, llegó a este continente con lo más avanzado de la ciencia europea del momento: Galileo, Kepler, Newton, Linneo y tantos otros. El trabajo de Mutis y su magna obra, la Expedición Botánica, fueron el relámpago ideológico previo a la tormenta de insurrección que terminaría por derrotar al imperio español. Muchos de sus alumnos estuvieron después al frente de la gesta libertadora. La vigencia histórica de Mutis permanece, más aún cuando hoy el imperio de las barras y las estrellas pretende condenarnos a la oscuridad de la ignorancia.   (Deslinde)



Parte del presente artículo es el prólogo a la compilación hecha por el autor de los escritos de José Celestino Mutis (Mutis y la Expedición Botánica, Bogotá, Santillana, 2008). Fonnegra amplió y actualizó el artículo para la presente edición de Deslinde (julio-septiembre de 2008)

No tanto por el número y la extensión de los trabajos, como por la diversidad de los objetivos, la Real Expedición Botánica del Nuevo Reino de Granada, constituida el 1º de noviembre de 1783 por Cédula del rey Carlos III de España, aventaja, tal vez con creces, a las de México y el Perú. Orientada con pulso firme por el médico y sacerdote gaditano José Celestino Mutis, la Expedición Botánica no solamente echó los cimientos para una ciencia nacional, hoy todavía en ciernes, sino que iluminó también la inteligencia de los jóvenes neogranadinos con las ideas del progreso, la Ilustración, las ciencias naturales y la empiria, abriéndoles la puerta de la Europa civilizada. Fue aquel quehacer de cinco lustros una revolución cultural que aproximó a la intelectualidad criolla –la que, en su mayoría, como señala Humboldt, “no sabía más que hacer árboles genealógicos y recitar oraciones religiosas”– a la corriente universal del pensamiento burgués, sentando en esta forma las premisas para la insurrección que dio la independencia al país.

Al hacer el balance de la Primera Expedición neogranadina, ensayistas como Diego Mendoza han destacado precisamente el último aspecto como su más significativo logro: todos los discípulos del sabio Mutis, anota Mendoza, “se cuentan entre los creadores de la nueva nacionalidad colombiana”. Pero tal vez haya faltado a los distintos tratadistas profundizar en los aportes propiamente científicos de la Real Expedición, una faceta no menos importante.

Dejando a un lado el carácter eminentemente artesanal de la investigación en la América hispana de aquel entonces, un rincón “apartado del mundo racional con dos mil leguas de distancia”, tal como la miraba el sabio Mutis, la utilidad científica de la Expedición sobresale día tras día con mayor relieve, principalmente por la grandeza de quien fuera su director. No exageraba Guillermo Hernández de Alba (Documentos para la historia de la educación en Colombia, Bogotá, Editorial Nelly, 1976) al escribir que Mutis constituye “la personalidad científica más completa hasta ahora inscrita en la historia nacional”, quizá no superada por ninguno de sus contemporáneos en la América hispana y colonial.


La ciencia, ¿una premisa para la insurrección?

La victoriosa Guerra de Independencia dirigida por Washington y el fermento que ya agitaba a Francia irradiaron por fuerza un vasto influjo en el mayor imperio del orbe, cuyo mando empuñaban ahora las galantes y agalibadas manos de la dinastía borbónica. Influjo de un alcance profundo, ciertamente, pero no tanto porque en la Corte de Madrid ciertos intelectuales de cariz liberal estuvieran situados en altísimas posiciones, ni porque el mismo rey Carlos III –“el Diocleciano del imperio español”, tal como lo llamó Laureano Gómez– se viera constreñido por las adversas circunstancias a llevar adelante una política de reformas, sino más bien porque las condiciones prevalecientes en la arena mundial conspiraban a favor de la rebeldía, patrocinando por doquier los afanes de independencia y el ideal republicano. Las colonias americanas habíanse tornado en hervidero de revolucionarios que se movían muchas veces al socaire de entidades científicas promovidas por la Casa Real, como fue el caso de nuestra Expedición Botánica.

Francisco Antonio Zea, Francisco José de Caldas, Jorge Tadeo Lozano, José Joaquín Camacho, Eloy Valenzuela, Miguel Pombo, José María Carbonell, Enrique Umaña, José María Salazar y otros muchos de los mejores intelectuales que habían de figurar en los anales de la Independencia, integraron la nómina de la Expedición Botánica. Varios hacían parte, al mismo tiempo, de la primera Sociedad Patriótica fundada en la Colonia. Y casi todos conformaron la planta de los primeros semanarios que aparecieron en la Nueva Granada.

Es un hecho que el nacimiento del periodismo colombiano está ligado estrechamente al derrotero de la Expedición. Se podría decir que el Papel Periódico de Santafé de Bogotá, de 1791, El Correo Curioso, Erudito, Económico y Mercantil, de 1801, El Redactor Americano, de 1806, y el Semanario del Nuevo Reino de Granada, de 1808, dieron al proyecto de Mutis rostro, expresión y voz. El sabio Mutis dio a conocer allí su Arcano de la quina. Jorge Tadeo Lozano, apartes de su Fauna cundinamarquesa y de su lúcida Memoria sobre las serpientes. Y Francisco José de Caldas sus notas sobre física, fitogeografía y astronomía y su trascendental Discurso educativo. Los hombres de la Expedición fueron el alma y nervio de las publicaciones pioneras sobre ciencia y reforma educativa.

Al echar un vistazo a la Real Expedición, ¿no resulta contradictorio que una empresa cuyo financiamiento provenía del tesoro peninsular terminara labrando como al sesgo el terreno para la independencia? ¿O que un súbdito del monarca, como lo fue el sacerdote Mutis, fuera el maestro por excelencia de la generación rebelde? ¿O que un plan concebido ostensiblemente en pro de la administración colonialista del rey Carlos III acabara por moldear en sus adeptos una conciencia americana empapada de ideas libertarias, a punto tal que Humboldt pudo afirmar, tras su visita al Nuevo Reino, que “la juventud americana está en un estado de efervescencia espiritual que no se conoce en España”?



La reforma filosófica

La lucha por el predominio de la ciencia en los sistemas de enseñanza llevó a Mutis a proponer que se implantaran cátedras de matemáticas, medicina y química en el Colegio Mayor del Rosario, un claustro regentado por seglares desde 1664 pero imbuido de dogmas teológicos, y a sostener los principios newtonianos y el sistema heliocéntrico de Copérnico, audacia que lo enfrentó con los teólogos del convento dominicano y con el santo tribunal de la Inquisición.

En julio de 1774, en el Colegio del Rosario, Mutis pronunció la célebre tesis en defensa del astrónomo polonés Nicolás Copérnico. Fray Juan José Rojas, regente del convento dominicano, convertido en Universidad de Santo Tomás, y el comisario de la Inquisición, presbítero Díaz Quijano, se encargaron de llevar al atrevido catedrático ante los santos tribunales, acusándolo de propagar doctrinas heréticas. Mutis elevó su querella ante la Suprema Inquisición de Castilla y logró convencer a los jueces de que el sistema copernicano ya era aceptado hacía tiempos por toda la comunidad científica.

Hay épocas, como la del Renacimiento, en las que los avances científicos se convierten en caldo de cultivo para la agitación política. Tal fue el caso de Galileo, físico florentino que a la cabeza de una especie de logia, la llamada Academia de los Linces, dio en retar nada menos que al Romano Pontífice, y en el núcleo mismo del poder. Galileo salió en defensa de Copérnico, visto como heresiarca por la inflexible jerarquía, y tropezó también con la Inquisición. Le fue peor que a Mutis, pues el sagrado tribunal le dio casa por cárcel hasta la hora de la muerte.

El nombre del astrónomo polonés se escuchó por primera vez en la capilla de La Bordadita, todavía existente en el Colegio Mayor. Fue el primer grito a somatén en la gran marcha hacia la Independencia. La República de Colombia tiene excelso padrino, ¡el gran Copérnico!

Mutis y sus discípulos libraron además la batalla contra el idealismo y la escolástica en los terrenos de la reforma educativa, aprovechando que poco antes, en 1767, habían sido expulsados los padres jesuitas de todos los dominios del rey Carlos III, paradójicamente por las instigaciones de otro cura, conocido en la historia como El Barbidiño, partidario de Voltaire y de la Ilustración francesa. Y hasta la tradicionalista y pacata Santafé terminó sacudida por los vientos de libertad que soplaban desde Madrid. Allí se dio a la luz, si bien no fue llevado a la práctica, el famoso Plan educativo del criollo Francisco Antonio Moreno y Escandón, fiscal de la Real Audiencia, que, muy en el estilo de Mutis, preconizaba la idea de la universidad pública, la educación en manos del Estado, no de la Iglesia, y la masiva difusión de las ciencias naturales, principios que repetirá Mutis en su Plan general de los estudios médicos, de 1805, y de los que asimismo se hará eco Francisco José de Caldas en su Discurso educativo, de 1808.

Para plasmar en pocas palabras el espíritu de las reformas educativas en pleno imperio colonial y el movimiento de renovación que acompañó a la Expedición Botánica, caben aquí las pronunciadas por el arzobispo-virrey Caballero y Góngora al hacer referencia a la propuesta de Moreno: “Todo el objeto del plan se dirige a sustituir las útiles ciencias exactas en lugar de las meramente especulativas, en que hasta ahora lastimosamente se ha perdido el tiempo”.


La Flora neogranadina

La Flora neogranadina, la más extensa de cuantas producciones llevó a cabo la Expedición Botánica, pasó por mil vicisitudes. Ya los señores José Pabón e Hipólito Ruiz, a quienes fuera encomendada en 1777 la Expedición Botánica del Perú, comenzaban a publicar los primeros volúmenes de la flora y quinología del virreinato limeño, como también lo hicieron poco más tarde Sessé y Cervantes en México, Malaspina en Madrid y Baldó en Cuba, cuyas Expediciones se crearon en 1787, 1789 y 1796, respectivamente. Mutis, por el contrario, rehusaba dar su obra a la imprenta: “Toda averiguación requiere tiempo, paciencia y proporción”, había dicho. Tal actitud le originó más de un conflicto con las autoridades de Madrid, si bien, por fortuna, contó siempre con el respaldo de Antonio Caballero y Góngora y de otros influyentes virreyes.

Al morir Mutis el 11 de septiembre de 1808 –va a hacer doscientos años–, la monumental obra, que comprendía 5.393 dibujos, 2.945 a todo color, correspondientes a 2.696 especies, cada una de ellas con su respectiva descripción en latín, no había sido publicada. Su sobrino, el criollo Sinforoso Mutis, se dio entonces a la tarea de sistematizar el vasto trabajo, la cual se vio forzado a interrumpir al estallar la guerra con España. En noviembre de 1816, y por mandato expreso del llamado Borbón Infame, el rey Fernando VII, el general Morillo confiscó todo el material de la Flora neogranadina, inventarió una parte en 104 baúles, que remitió a Madrid con su lugarteniente Pascual Enrile, y decidió sacar el resto a subasta pública. En el curso de tal maniobra se extraviaron casi todas las descripciones de Mutis y otros valiosos documentos.

48 de las cajas enviadas a España contenían el herbario de la Expedición, recolectado por Mutis, Eloy Valenzuela y Caldas y por el grupo de herbolarios comisionados. Comprendía unos 20.000 ejemplares. Las quince cajas con minerales se perdieron en su totalidad.

Cerca de 150 años permaneció la Flora acartonada en el Jardín Botánico de Madrid. Sólo en años recientes fue publicada al fin, por un convenio cultural suscrito entre los gobiernos de Bogotá y Madrid.


La quinología

“Toda la historia de la Expedición y sus ideales se realizan mejor en las quinas que en su restante obra fitográfica”, ha subrayado el padre Enrique Pérez Arbeláez. Y en verdad, no sólo por lo extenso de las observaciones, sino también por los resultados, de enorme importancia práctica para la farmacología de entonces, e incluso de importancia económica como producto de exportación, los estudios de Mutis sobre el género Cinchona significan quizá lo más representativo de su obra. Tampoco en este campo las investigaciones pudieron avanzar sin vencer miles de tropiezos. En 1737, Carlos de la Condamine, residente en Quito, dibujó por primera vez el renombrado árbol de Loja, descrito por él mismo en su Memoria de 1738. Carlos Linné, padre de la sistemática moderna, incluyó la nota de La Condamine en su Genera plantarum de 1742.

Mutis tuvo noticia de la quina en 1761, recién llegado a Bogotá, por boca del comisionado del rey, Miguel de Santisteban, quien había encontrado ejemplares cerca de Popayán. En un comienzo, sin embargo, todo era confusión entre las clases medicinales y las no medicinales, con grave daño para la farmacología de las fiebres palúdicas, una epidemia en las regiones tropicales, y hasta se le incriminó al cuidadoso Mutis el haber sido causa del enredo, originado, según parece, en el empaque defectuoso de las muestras remitidas a Suecia.

En octubre de 1772, el mismo año de su ordenamiento sacerdotal, Mutis había ya descubierto los arbustos de quina cerca de Bogotá. Cuatro años después consiguió separar tres especies, a las que apellidó blanca, roja y amarilla. En 1784 amplió la clasificación a cinco especies y en 1788 se encontró con que también al norte del ecuador abundaba la quina anaranjada, “primitiva” o de Loja, la más aprovechable desde el punto de vista oficinal o medicinal. El 10 de mayo de 1793 apareció en el Papel Periódico de Santafé de Bogotá su opúsculo El arcano de la quina revelado a beneficio de la humanidad, muchas de cuyas conclusiones fueron revisadas no obstante por el incansable investigador en los últimos años de su vida. La obra definitiva, editada por Sinforoso Mutis con el título de Historia de los árboles de la quina, vio la luz en 1809, un año después de la muerte del sabio gaditano. En ella, el promotor de la Expedición aumentaba a siete las especies neogranadinas, distinguiendo con absoluta precisión las cuatro oficinales o medicinales.

El papel de la quinología mutisiana se mide finalmente por la importancia comercial que el producto cobró en la época. Partiendo de Conejo, la factoría en Honda, los champanes cargados de cortezas bajaban por el río hasta Cartagena, donde la quina era embarcada hacia Europa. En 1792, España importó de sus virreinatos casi 360 toneladas. De estos años data el Real proyecto del estanco de quina y sus establecimiento, ambiciosa monografía redactada por Mutis.


Una empresa multifacética

Mucho podría hablarse de los estudios astronómicos efectuados por Caldas en el Observatorio de Santafé. Mucho de la paciente exploración adelantada por Mutis sobre la vida, el sexo y las costumbres de las hormigas, años enteros de reflexiones y desvelos extraviados en las bodegas de un velero que debía entregar media docena de baúles llenos de manuscritos a un destinatario en Suecia, Carlos Linné. Otro tanto de los apuntes geográficos y fitogeográficos de Caldas, en que venía laborando cuando Pablo Morillo interrumpió de golpe su destino.

Mucho podría comentarse también de los viajes de Humboldt por la Nueva Granada y de los mapas levantados por él, por Caldas y por Moreno y Escandón. O de los planes presentados por Mutis a las autoridades para la explotación del petróleo, de sus ideas para modernizar la navegación por el río Magdalena, de los conceptos avanzados que en materia de economía política preconizara Pedro Fermín de Vargas, o de la Sociedad Patriótica de Amigos del País, una especie de logia fomentada por Jorge Tadeo Lozano y que nos muestra de paso al Mutis estadista.

Mucho podría escribirse sobre la experiencia del sabio gaditano en el terreno de la mineralogía, que lo llevó a sugerir al rey la contratación de maestros fundidores en los países más avanzados de Europa, como también la instalación de laboratorios para el ensayo de los metales según el método de Gronster. O de su informe sobre la explotación de las salinas, las especies y el té de Bogotá. O sobre sus conocimientos médicos, materializados en las completas listas de instrucciones para el combate de la viruela y el paludismo, llamado por Mutis “epidemia de calenturas”. O sobre la tarea artística de Francisco Javier Matís, considerado por Humboldt “el mejor pintor de flores del mundo”. O de los dibujos del momposino Salvador Rizo, director de la primera Escuela de Pintores que existió en la Nueva Granada.

La Real Expedición fue, en síntesis, una portentosa labor que reclama continuadores de la estirpe científica de Mutis y de la talla humana de quienes ofrendaron su vida por la república y por la independencia.


UNIVERSIDAD Y CIENCIA


Grupo de Estudio UDENAR

miércoles, 7 de abril de 2010

REFORMA Y CONTRAREFORMA I

En asamblea general de la Facultad de Ciencias Económicas y Administrativas, el Dr. Jesús Martínez, decano de la misma, manifestaba con gran preocupación que “hay limitantes que condicionan la profundidad de la reforma”; algunos estudiantes pensamos que sin lugar a dudas tiene la razón, sin embargo, manifestamos que son precisamente esos limitantes, los que le dan vida a la reforma universitaria, y por lo tanto, de su quebrantamiento depende la profundidad de la misma. La historia ha enseñado que las grandes reformas, como la iniciada en 1918 en la universidad de Córdoba de Argentina, así como el movimiento universitario de 1971 en nuestro país, enfrentaron enormes limitantes contra los cuales librar la batalla.

No es necesario poner en discordia la imaginación y la realidad para saber cuáles son esos limitantes, tampoco hay que rebuscar molinos de viento para justificar disparatadas acciones, pues basta estar atentos a la realidad diaria para conocer a los enemigos de la universidad pública, que niegan la posibilidad de una alta calidad educativa, que dé respuesta a las urgencias de desarrollo que reclama el pueblo colombiano.

El reciente anuncio de la Ministra de Educación sobre la reforma de la ley 30 de 1992, en sus artículos 86 y 87, es otro duro golpe para la universidad pública, que concuerda con el entretejido de políticas neoliberales que año tras año profundizan la privatización del patrimonio público y la vulneración de los derechos de la ciudadanía. Eduardo Sarmiento Palacios, reconocido economista colombiano, en su columna del 27 de marzo en El Espectador, explica de manera muy clara los alcances de la medida en curso, que pretende subsidiar a las universidades de acuerdo a la demanda de sus servicios, siendo ésta su novísima fuente de ingresos:

“El argumento es bien conocido. La competencia induciría a las instituciones a prestar el mejor servicio para captar el mayor número de estudiantes y de esa manera obtener mayores recursos del Estado. La realidad es muy distinta. Como la demanda insatisfecha es mayor que la oferta, las instituciones procederían, más bien, a reducir la calidad del servicio (…) El mercado determinaría la calidad educativa”.

Si de lo que se trata es de hablar de bienestar para las mayorías, el estruendoso fracaso de esta política es una verdad indudable, aún para los locos, de lo contrario que lo nieguen todos los afectados por la actual crisis de la salud, causada por una política privatizadora que es de la misma estirpe.

Son de la misma calaña las políticas desarrolladas a partir de la ley 30 de 1992, que han propendido por exonerar al Estado de su deber constitucional de financiar una educación superior pública de excelencia académica. El doctor Gonzalo Arango, presidente de la Federación Nacional de Profesores Universitarios, en su artículo publicado en la página de la Reforma (reforma.udenar.edu.co La calidad y las reformas…), menciona muy brevemente los efectos de la ley 30:

“La normatividad en materia de obtención de los registros calificados para los programas; la persecución de indicadores de desempeño que les garanticen el acceso a la obtención de la «acreditación por excelencia» y la consecución de mayores tajadas en la distribución de los recursos provenientes del artículo 87 de la Ley 30; la estandarización de sus programas con los patrones norteamericanos para hacerlos más competitivos y transables en el mercado internacional; el cumplimiento de las metas impuestas por la política de ampliación de cobertura; el acondicionamiento de los contenidos a los perfiles de los ECAES; los ajustes a la precariedad de sus recursos financieros; el sometimiento a las políticas de promoción de la formación de niveles técnico y tecnológico espoleados desde el gobierno nacional con la orientación de los créditos educativos y el otorgamiento de estímulos económicos a las universidades que opten por ello; la consecución de recursos propios mediante la venta de servicios a través de programas de operación comercial”

No es de extrañar por ello la posición que adopta el Consejo Superior Universitario (ver informe 001 del 15 de febrero de 2010) que, acorde con los designios uribistas de ampliación de cobertura y “educación para el trabajo”, manifiesta:

“Se acoge el proyecto de creación del programa de Contaduría Pública y programas de ciclos propedéuticos: Técnico Profesional en Gestión y Diseño de Planes de Negocio y Tecnología en gestión de Empresas, para trámite del registro calificado (…) Se acoge la Propuesta de creación del programa de Ingeniería Ambiental, para trámite de registro calificado.”

Este hecho deja en claro la materialización de estas políticas de carácter nacional en nuestra universidad, cuyo cumplimiento tiene por consecuencia inmediata el desmedro de la calidad y excelencia académica de todos los programas. Hay que anotar que estos mandatos del Ministerio de Educación cuentan con el respaldo de opiniones ingenuas, que creen en la “pertinencia” de los ciclos propedéuticos como una verdadera alternativa para el “desarrollo”, y miran en la ampliación de cobertura sin financiación estatal una auténtica oportunidad para sacar a relucir sus dotes de emprendedores y sus avanzadas teorías de superación personal.

Documentos como el Proyecto Educativo Institucional, Estatuto General, Estatuto Docente, Estatuto Estudiantil, etc., han sido reformados bien sea de acuerdo a la particularidad de cada universidad o de manera general, todo bajo el mismo propósito: adecuar el aparato educativo nacional a las condiciones del aparato productivo mediocre que hoy por hoy tiene nuestro país. Esta es la célebre “revolución educativa”, esta es la posición de los ministerios de educación, esta es la posición de la mayoría de los personajes que han ocupado el sillón presidencial. Es innegable que quienes proponen estas reformas como camino para la universidad Pública, además de gozar de altos salarios, poseen gran reconocimiento por ser eminentes figuras de invocaciones altisonantes acerca de “la flexibilidad, la modernización, la racionalidad, la pertinencia, la eficiencia, la equidad y hasta la calidad” , todo ello acompasado de palabras rimbombantes de sospechoso contenido, que no hacen más que adornar y justificar sus verdaderos propósitos. Debe entenderse que para este tipo de reformas no es necesaria la discusión en las universidades, la instalación de una asamblea universitaria, la elección de delegados, el debate dentro y fuera del aula.

Apertura fue la palabra de moda a finales de los 80 e inicios de los 90, se hablaba de apertura económica, apertura educativa, apertura cultural, etc. Apertura significaba estar en la onda de los designios ineluctables de la historia. Quien sostenía una opinión diferente era considerado un vetusto dinosaurio o un homo habilis que se había quedado en la esquina de los tiempos. Estos principios sembrados de manera formal por los gobiernos de Virgilio Barco y Cesar Gaviria Trujillo, se han venido desarrollando y han dejado experiencias que la historia ha sabido registrar. La educación superior pública ha sufrido una metamorfosis. En el inicio se hablaba de apertura educativa, luego en 1992 se establecen los principios generales que se concretan en la ley 30, y ésta a su vez ha sufrido una serie de transformaciones, estipulando decretos como el 3345 y el 2566, así como la mal llamada Ley de Ciencia y Tecnología, y por último la reforma anunciada en días pasados por la Ministra de Educación. Estas transformaciones apuntan a adecuar el sistema universitario a los cambios del aparato productivo del país.

En 1990, con el eufemismo de “bienvenidos al futuro”, Cesar Gaviria instaura de manera formal en Colombia el régimen neoliberal. La apertura dio origen a múltiples acuerdos que se han venido desenvolviendo, los cuales tienen como eje central la salvaguarda de los intereses de potencias económicas mundiales como Estados Unidos de y la Unión Europea. En este sentido el esporádico libre comercio se metamorfoseo de un acuerdo multilateral contemplado en el Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) a los ya firmados TLC con los estadounidenses y con los europeos, que son acuerdos unilaterales celebrados por el gobierno nacional. No es menester ahora entrar en detalle sobre las políticas neoliberales; se confía en que la experiencia, madre de la sabiduría, logre que las personas, sin distingo, puedan diferenciar el acierto del error. Sin embargo, es importante señalar que este es el contexto en el que se ha configurado el aparato productivo y el sistema educativo, que hoy tiene el país.

La reforma de la Universidad de Nariño debe diferenciarse de la contrarreforma impulsada por el gobierno nacional. La discusión debe materializar los anhelos de una universidad diferente, con unos propósitos diferentes a los que hasta ahora se le han impuesto, es decir, luchar por una educación y cultura que sirva a los intereses de la nación; una educación científica, o sea, que busque la verdad en los hechos y contribuya al desarrollo de la ciencia en todas las ramas del conocimiento; finalmente, una educación que sea de masas, valga decir que sirva y beneficie a las grandes mayorías populares. Los avances que se puedan hacer dentro del marco de la ley 30 son muy pocos. Debemos hacer uso de la restringida autonomía universitaria que la Ley nos permite para avanzar hacia estos propósitos, y no para adecuarnos sumisamente a los moldes oficiales.

En el marco de la actual Reforma es indudable que la Universidad de Nariño no es un ente aislado y ajeno a los problemas que vive la universidad pública colombiana. Nuestra reforma significa para el país una oportunidad histórica. Por tanto su direccionamiento es más hacia afuera que hacia adentro. Ante un enemigo común, lenguaje y lucha común. Para el tamaño de la pelea, somos aún una fuerza muy débil, pero en ascenso, y con certeza nuestra fuerza será invencible, porque toda fuerza nueva al servicio de una causa justa es invencible. Si se defienden estos principios no será extraño que la solidaridad de estudiantes, profesores y trabajadores universitarios se haga sentir desde todos los rincones del país, y en poco tiempo nuevamente se levanten las banderas del movimiento universitario colombiano.



ORGANIZACIÓN COLOMBIANA DE ESTUDIANTES – FACEA

CIENCIA VS CREACIONISMO

viernes, 2 de abril de 2010

LAS CONTRADICCIONES SON NECESARIAS PARA AVANZAR EN LA REFORMA UNIVERSITARIA


La confrontación de diferentes tendencias filosóficas e ideológicas existentes en el seno de la comunidad universitaria, son necesarias y positivas para esclarecer el contenido y el rumbo de la reforma.

En las discusiones adelantadas por el estamento estudiantil del programa de economía, salieron a flote diversos problemas, así como ideas contradictorias, que consideramos pertinente dar a conocer a la opinión pública, con el único fin de contribuir a la búsqueda del sentido de la reforma.

Entendemos que la universidad es un claustro del libre pensamiento, pero consideramos que en el proceso de reforma se hace necesario definir cuál debería ser la visión gnoseológica (teoría del conocimiento) que debería guiar dicho proceso. Este problema originó gran controversia, suscitando diversas opiniones al respecto, entre ellas se mencionaron: los nuevos paradigmas de la complejidad, el materialismo dialectico, el idealismo, el existencialismo y hasta el mismo escepticismo. Habrá que ver en el transcurso de las discusiones, cuál es el más conveniente para la situación histórica del mundo actual, pues de su decisión dependerá el sentido que se le fije a la reforma.

En la discusión interna de los estudiantes del programa de economía, se trató de definir el camino de la reforma, llegando a dos posiciones que son excluyentes.

Por un lado, están los defensores de una reforma universitaria anticapitalista, cuyo máximo sentido sea la defensa de la vida en todas sus manifestaciones, que permita construir un nuevo modo de vida, radicalmente opuesto al que hoy lleva la sociedad moderna. Un ejemplo palpable de ello, lo encontramos en la nueva redacción del Proyecto Educativo Institucional:

La Universidad de Nariño comprometida con el devenir histórico de la región, participa activamente de los procesos de resistencia y oposición al sistema capitalista imperante (…) es importante conocer que todo discurso científico obedece a unas relaciones de poder históricamente definidas.

Ello significa que el nuevo discurso científico que se maneje en la Universidad de Nariño, debe responder a las necesidades sociales, económicas y culturales de una nueva sociedad, se sobre entiende que ésta no existe y por tanto habrá que echar mano a la utopía para crearla de manera imaginaria, y de la misma forma imaginar cual debería ser la universidad que esta sociedad se merece. El espacio propicio para la creación de esta nueva sociedad se lo ha denominado región, aunque hasta ahora no se define de manera clara dicho término, así como el papel concreto que la universidad debe jugar en esa sociedad soñada.

Por otro lado, están quienes argumentan que la reforma universitaria debe responder a unas necesidades históricas concretas, y por tanto debe interpretar las realidades del mundo actual, en el plano nacional y mundial. Aquellos coinciden en el anhelo de un modo de vida radicalmente alternativo, al que lleva la sociedad moderna, pero sostienen, que frente a la injerencia de potencias extranjeras como Estados Unidos, quien en ultimas define el rumbo de la educación y de otros sectores en Colombia, adoptar una defensa por la soberanía y el desarrollo de un capitalismo incipiente de acuerdo a las necesidades del entorno social y natural, es tomar una posición supremamente revolucionaria, dentro del camino histórico necesario, para dar el salto hacia un modo de vida alternativo. Esta posición es consecuente con las conclusiones sacadas por el insigne movimiento estudiantil de 1971, el cual reivindicaba su carácter anti-imperialista, pero además ubicaba de manera concreta el papel que debe cumplir la universidad en la sociedad, puesto que no existió la necesidad de imaginarla en el sentido idealista, sino de usar el pensamiento para interpretarla y hacer reales sus necesidades concretas. Los tres principios fundamentales, que enarboló este movimiento se enmarcaron en la lucha por una educación que sirva a los intereses de la nación; una educación científica es decir, que busque la verdad en los hechos y contribuya al desarrollo de la ciencia en todas las ramas del conocimiento; finalmente, el estudiantado exige que la educación sea de masas, es decir, que sirva y beneficie a las grandes masas populares.

Un ejemplo concreto de estos principios también se lo puede encontrar en la redacción del nuevo PEI, entre sus objetivos se lee:

Orientar la estrategia general de manera que permita alcanzar altos niveles de desarrollo académico, investigativo y de formación integral en la Universidad de Nariño a través de un proceso democrático enmarcado en la defensa de los principios institucionales de calidad académica.



Los estudiantes que defienden esta posición, piensan que la reforma en la Universidad de Nariño, es el espacio en la historia para materializar los anhelos de aquel movimiento y de la actual sociedad colombiana, plasmando así una verdadera huella en la historia. La invitación es entonces a continuar con lo que apenas comienza, y a defender de manera masiva el trabajo que ya se ha adelantado por parte de los estudiantes.

Las posiciones están siendo adoptadas, ahora la cuestión es prepararse de manera juiciosa para el debate abierto, sostenido por la fuerza de los argumentos y el dialogo razonado. Estamos seguros en el empeño de entregarle a Nariño y a Colombia una universidad digna de ser nombrada como un estandarte de esperanza en la transformación de nuestro pueblo.


ORGANIZACIÓN COLOMBIANA DE ESTUDIANTES
PROGRAMA DE ECONOMIA.